Desierto árido en color beige

Hace no mucho tiempo, se dirigió a mi persona la señora Ellen Clifford, de la entidad británica Personas Discapacitadas contra los recortes (DPAC son sus siglas en inglés) muy extrañada y apenada de que en España, la izquierda y personas discapacitadas afines hubieran apoyado, y algunos casos promovido, la llamada ley de muerte digna. Como organización que son de izquierdas, contra las políticas de recortes contra las personas discapacitadas, anticapitalista, progresista, me remitía la carta que habían dirigido al diario inglés “Mundo Obrero” y su consiguiente traducción para que, dentro de mis posibilidades (humildes, le dije) la intentara publicar y hacer que se moviera por las redes. Se trata de hacer ver que esta norma no se encuadra en absoluto dentro de una ideología progresista, más bien lo contrario. Sin más, pongo el escrito tal y como me lo mandó (su simple traducción, según me dijo, le había costado la amistad de un individuo socialista contrario a sus postulados).



Estimados amigos:

Nos apena escuchar que la reciente aprobación de la legislación que legaliza el suicidio asistido en el estado español tuvo un amplio apoyo en la izquierda allí. La Iglesia católica y las fuerzas conservadoras se opusieron a la legislación, pero de esto no se sigue automáticamente que los socialistas deberían haberla apoyado.

Los defensores enmarcaron la pregunta como el derecho a morir con dignidad. Esta es una tergiversación del problema. Lo que se ha legalizado es el derecho de las personas enfermas y discapacitadas a recibir ayuda para terminar prematuramente con sus vidas. La legislación también otorga al Estado el derecho a asistir en los suicidios de personas que requieren un alto nivel de atención sanitaria y social y no pueden trabajar de manera productiva en el mercado laboral.

El gobierno canadiense acaba de ampliar el alcance de su legislación existente sobre suicidio asistido para incluir a las personas no terminales. También ha abierto la puerta al acceso dentro de dos años a las personas que viven con trastornos mentales.

El reciente progreso global de la legalización debería hacer sonar las alarmas, coincidiendo con una pandemia que ha puesto de relieve las limitaciones de los servicios de salud con financiación insuficiente y el acceso desigual a tratamientos que salvan vidas para las personas con discapacidad.

Es mucho más barato y más coherente con la ideología neoliberal financiar el suicidio asistido que invertir en dar a las personas enfermas y discapacitadas la opción de vivir con dignidad. Esto se puso de relieve en Suecia durante la primera ola de la pandemia, cuando miles de personas discapacitadas que vivían principalmente en residencias de ancianos se apresuraron a morir mediante el suministro de medicamentos para cuidados paliativos en lugar del acceso al oxígeno y la asistencia médica.

En momentos como estos, cuando tantas vidas de la clase trabajadora penden de un hilo, es más importante que nunca que los socialistas vean a través de la retórica progresista y el liberalismo abstracto para identificar las cuestiones materiales en el corazón de asuntos como estos.

Ellen Morrison, Representante Comité Nacional Ejecutivo Laborista de miembros discapacitados.

Ellen Clifford, Grupo Directivo Nacional, Disabled People Aganist Cuts (Personas Discapacitadas Contra los Recortes)

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