Hay países todavía menos desarrollados que España en materia de Vida Independiente para personas discapacitadas (aunque parezca mentira) en los que, a falta de una asistencia personal de verdad
En Europa, no existe la “titulitis” de España, no hay título específico que ponga “certificado de asistencia personal” obligatorio para trabajar en este oficio
Helsinki queda muy lejos, mejor intentar desestropiciar lo de aquí. A ver si de una vez fuera posible.
Reflexionamos sobre si en España existe un verdadero sistema de asistencia personal que conduzca a la vida independiente de las personas discapacitadas.
Como es normal, si yo estuviera todo el día en el cine, a estas alturas ya no tendría cuello a pesar de que dijera lo contrario.
Lo que se llama oficialmente “vida ndependiente” (Adolf Ratzka opina que en Europa se debería llamar vida autodeterminada) solo es posible con la adecuada desinstitucionalización y los apoyos que las personas discapacitadas necesitamos.
Siendo yo como soy, un discapacitado de mala muerte, y además andaluz, si elijo ir a un centro residencial para las personas de mi calaña, se paga al mes 3930 euros, no a mí, sino a la empresa que gestiona el centro.
Hay personas que piensan que, desde múltiples lugares entre otros mi pupitre, no se les da la importancia debida a las palabras.
A algunos lugares para cuya existencia mis padres, hermanos, amigos, y demás gente conocida pusieron dinero, no puedo entrar porque están mal diseñados y ejecutados.
Cabe preguntarse si el Estado español reconoce nuestro derecho a la Vida Independiente cuando está legislando de la manera que lo hace.
La desinstitucionalización pisará algunos callos, cosa que a las personas discapacitadas puede que nos convenga, pero también traerá muchos beneficios.
Habría que examinar la cuestión de la supuesta complicidad del ayuntamiento de Málaga porque sabiendo de la existencia de un delito o falta no lo sancionó.
Solo me queda formular una cuestión: ¿Desean nuestros poderes públicos seguir siendo parte del problema, o pasar a ser parte de la solución?
Muchas personas discapacitadas solo podemos realizar un número importante de estas actividades si estamos incluidos en la sociedad y contamos con ciertos apoyos (como decía antes, algunos propios y otros semejantes a los de otros, porque igual que un trabajador precisa una calle asfaltada para ir a su oficina, yo tengo que recibir el apoyo de alguien para teclear en el ordenador por mí).
Lo malo es que la mayoría de las veces lo que nos sucede no es muy espectacular. Lo mismo sucede con la reacción del pueblo, simplemente no comprende que determinados hechos nos pueden afectar más o menos
Uno de los problemas a los que nos tenemos que enfrentar las personas discapacitadas es que, habiendo barreras y obstáculos que impiden nuestra plena participación
Hace no mucho, me escribió Ellen Clifford, de Personas Discapacitadas contra los recortes (DPAC son sus siglas en inglés) muy extrañada y apenada de que en España, la izquierda y personas discapacitadas afines hubieran apoyado, y algunos promovido, la ley de muerte digna.
Con tono repelente dijo una persona: “A mí también me gustaría que no hubiera más guerras en el mundo, y el final del hambre, pero eso no va a ocurrir”. Parece el discurso conformista de quien ve una realidad que no le gusta a nadie, pero observa las cosas casi sin querer, y las comenta desde una atalaya intocable. Lo peor, en lo que a educación se refiere, es que no pronuncia estas palabras una persona a la que no le afecten directamente asuntos como el de la exclusión-inclusión. Más bien, es el discurso típico de personas que han asumido la discriminación que sufren hasta tal punto que ni admiten su mención.