Transcripción del audio

INTRODUCCIÓN

Hola buenos días, buenas tardes o buenas noches eso ya depende de cada cual, ustedes veréis. Mi nombre es Cesar Giménez Sánchez. Hoy voy a hablar sólo, a tener un bonito monólogo, que no va a ser el único.

Esta vez intentaré que el partido vaya sobre la educación y sus circunstancias. Mencionaré de pasada el artículo 24 de la convención, que se refiere específicamente a la educación inclusiva. También pretendo mencionar como quien no quiere la cosa el tirón de orejas que en 2017 el comité de la convención nos dio a España por no atender debidamente las necesidades educativas de los alumnos que las necesitan, en las corrientes generales del sistema. A todo lo dicho, hay que añadir que en 2016 ese comité escribió una observación general referida al artículo 24 de la convención, que como ya he dicho habla de la educación inclusiva. Después haré referencia al informe en general que sobre España se hizo en 2019 señalando que, en lo que respecta a la educación inclusiva, seguíamos suspendiendo y en cierto modo abusando todavía de los centros de educación especial. A raíz de todo esto, a nivel nacional se ha producido un cambio legislativo bastante importante, no sé si satisfactorio para contentar a los guiris (y a las personas que defienden la educación inclusiva). Y yo creo que con eso y un bizcocho, ya me vale.

DESARROLLO

Todo empezó hace mucho, mucho tiempo. En una galaxia no tan lejana como parece. Creo que fue en los años 90 que ya el gobierno español se comprometió a liquidar la educación segregada (diferenciada la llaman algunos) a favor de una educación que atendiera las necesidades de todo el alumnado en el mismo sitito, el motivo es bastante simple, creo yo. Se reduce a que a lo largo de nuestra vida vamos a convivir todos: los hombres, las mujeres, los más altos, las más bajas, los gitanos, los niños, los que vengan del pueblo, la gente rara con granos, la gente más rara gorda, etc. Pues bien, la idea es que toda la gente va a convivir compartiendo el mismo espacio, y ya desde chiquititos nos debemos ir acostumbrando en la familia y en la escuela (después llamado colegio y ahora centro educativo…). Hay quien aprende cosas de forma más rápida y quién las aprende de forma más lenta, pero se pensaba entonces y yo todavía pienso, de hecho cada vez son más personas las que se suben a este carro, que ese no es motivo para mandar a unos críos a colegios segregados: los diferentes modos de aprendizaje, las distintas edades, razas, clases sociales, lugares de procedencia, funcionamiento y tal. Pero parece ser que eso no le entra muy bien a la cabeza a mucha gente, porque cree, porque nos lo han dicho demasiado tiempo, que ni en la escuela ni en la sociedad se debe convivir con la persona que es demasiado diferente a nosotros. La falta de convivencia nos suele hacer creer que somos superiores, también nos hace ignorar la existencia de los otros, en algunos casos despreciarlos, y a veces incluso discriminarlos, tratarlos con la punta del zapato.

Mientras, las leyes nacionales no hacían demasiado caso de estos propósitos de inclusión, o malinterpretaban la palabra inclusión. Puede que hasta malévolamente. Sin embargo, la semillita de la inclusión educativa, de la educación para todos en el mismo sitio, compartiendo hasta los mocos, parece que cuajó de tal forma que llegamos a 2006 y a la convención, que habla de educación inclusiva refiriéndose a esta como la que se lleva a cabo en las corrientes generales del sistema educativo. Eso ya era ley, por cierto en vigor en España desde 2008, pero los españoles somos expertos en pasarnos las leyes por ahí mismo. En vista de que poco cambiaba, un grupete de gente decidió dedicarse a denunciar públicamente que no estábamos cumpliendo con nuestra parte del trato. Tras 3 años de investigación y unos días de visita a España por parte de la comisión de la convención, se escribió un informe sobre la educación en nuestro país echándonos un buen rapapolvo. Eso levantó bastantes ampollas, aparte de sacar nuestras vergüenzas al aire. Un argumento que me hizo bastante gracia en su momento contra ese informe decía que la comisión investigadora no había visitado los centros de educación especial como para condenar su existencia. Yo nunca me he tirado por un precipicio, nunca he sido un judío en un campo de concentración, pero no me hace falta para saber que son sitios que no me convienen.

En 2019, en Ginebra que siempre duele más, se volvió a presentar un informe sobre el desarrollo de la convención de la discapacidad en España. En concreto, en referencia a la educación que aquí se imparte, se nos dice:

45. Preocupa al Comité que el Estado parte apenas haya avanzado en cuanto a la educación inclusiva, y en particular el hecho de que no exista una política y un plan de acción claros para promover ese tipo de educación. Le preocupa, en especial, que persistan todas las disposiciones reglamentarias sobre la educación especial y se siga aplicando un enfoque médico de la discapacidad. Al Comité le preocupa también que un elevado número de niños con discapacidad, en particular con autismo, discapacidad intelectual o psicosocial y discapacidades múltiples, sigan recibiendo educación especial segregada.

Yo no sé si fue específicamente a raíz de esto, o ya era por la repetición de la jugada mil veces, que el año pasado se ha aprobado una nueva ley de educación que parece que tiene en cuenta lo que se nos dice desde el extranjero. Pero todavía hay personas que cuestionan esta ley llamada LOMLOE en cuanto a inclusión se refiere. Tampoco sé si esta ley será suficiente para satisfacer a quienes no quieren ser segregados por su funcionamiento.

Desde luego, no ayuda a la inclusión el que varias comunidades autónomas ya hayan dicho que no le van a hacer caso a esta ley, por fea y porque no está escrita en tinta china…

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