Billetes de cien dólares
Billetes de cien dólares

Transcripción del audio

Hola buenos días, buenas tardes o buenas noches, yo ya ni sé ni cómo saludar al personal. Bienvenidos de nuevo al programa desestropiciando, que hago desde mi casa. Para ver la transcripción a este programa puede acudir a la página desestropiciando.org. Mi nombre es César Giménez Sánchez y estoy intentando, aparte de decir que hay que cumplir la ley para eliminar barreras y comenzar a quitar el estropicio al que las personas discapacitadas nos vemos sometidas en nuestro día a día, también intento (no con el éxito que me gustaría) aclarar conceptos como el de la asistencia personal. En su observación general 5, de 2017, el comité de la ONU para los derechos de las personas con discapacidad define asistencia personal de este modo: La asistencia personal se refiere al apoyo humano dirigido por el interesado o el “usuario” que se pone a disposición de una persona con discapacidad como un instrumento para permitir la vida independiente. Aunque las formas de asistencia personal pueden variar, hay ciertos elementos que la diferencian de otros tipos de ayuda personal, a saber:
i) La financiación de la asistencia personal debe proporcionarse sobre la base de criterios personalizados y tener en cuenta las normas de derechos humanos para un empleo digno. Debe estar controlada por la persona con discapacidad y serle asignada a ella para que pague cualquier asistencia que necesite. Se basa en una evaluación de las necesidades individuales y las circunstancias vitales de cada persona. Los servicios individualizados no deben dar lugar a una reducción del presupuesto ni a un pago personal más elevado;
Y luego sigue con cosas para indicar que la persona usuaria debe tener libertad de elegir y control sobre su empleado. Más o menos lo que ocurre en cualquier puesto de trabajo, pero en este caso parece que a la gente no le entra en la mollera que a nosotros nos hace falta el dinero obviamente para pagarle al empleado, pero también como arma para reafirmar que la persona en control de la situación es la persona que recibe el servicio.
En realidad, es simplemente como cuando alguien contrata a un fontanero. Lo principal es que tenga dinero para pagarle, digo yo, y luego que al que le ha contratado le guste como el fontanero hace su trabajo y esas cosillas. Pero puesto que la asistencia personal no es como la fontanería, el control, la contratación, la formación, las opciones, quedan todas en manos del contratador. Lo que pasa es que sucede que parece que nadie se ha parado a pensar que un discapacitado pueda ser jefe de alguien. Simplemente eso de pasar de “objeto de las decisiones de otros” a “sujetos de derechos” se ha convertido en una coletilla que se pone siempre como un parche, sin pararnos a considerar lo que ello implica. Y sus implicaciones son relevantes.
Es importante saber diferenciar entre “sujeto” y “objeto” porque son cosas radicalmente diferentes. Cultural, política y socialmente (y otros mentes que ahora mismo no quiero mencionar) seguimos anclados en una postura general en la que se nos considera objetos de algún favor, alguna merced, alguna gracia, o lo que sea. Eso incluye a muchas personas discapacitadas, a sus familiares y amigos, que no creen que tengan derecho a las mismas cosas que las demás personas. A esto se le llama “discriminación asumida”.
Como decía antes, lo solemos poner como coletilla, pero es fundamental para entender el lugar que ahora ocupamos (o deberíamos ocupar) en nuestro entorno. Creo que en alguna ocasión ya he mencionado que hay personas que se dirigen a nosotros (alabado sea el señor, pero esa es otra historia) diciéndonos que tenemos muchas leyes, que tenemos demasiados derechos, que los derechos deben acompañarse de obligaciones.
Pues esos individuos, probablemente por sorpresa o por ignorancia supina, solo están diciendo la mitad de la verdad. Y ya sabemos que las medias verdades son lo otro, lo que no me gusta ni mencionar. Por ejemplo, en cuanto a que tenemos demasiadas leyes. Lo cierto es que hay un montón de leyes referidas a nosotros pero pocas son buenas leyes, y menos las que se cumplen. Es posible que por ese motivo se publicara el primer tratado internacional de derechos humanos del siglo XXI, el referido a nosotros. No a vosotros porque a vosotros no os viene haciendo falta, porque no sois discriminados día sí y día también.
En referencia a que tenemos demasiados derechos, lo interesante y también lo inesperado para estas personas es que tenemos los mismos derechos que el resto. Cuando has ido pisoteando al otro impunemente durante siglos eso causa asombro. Puede que los derechos que tenemos no sean cumplidos en su totalidad ni en su parcialidad. Puede que, vaya, seguro que hay muchos de nuestros derechos que todavía están por desarrollar. Al fin y al cabo, es posible que no tengamos los suficientes derechos.
Igual que están por desarrollar derechos de otros grupos oprimidos históricamente, grupos como minorías étnicas o raciales, minorías religiosas, pueblos indígenas, extranjeros que vienen a nuestro país o al país que sea sólo para quitarnos el pan nuestro de cada día, mujeres, gays, niños, y un largo etcétera están por desarrollar los nuestros (como grupo oprimido que somos).
Lo mismo es hora de que nos demos cuenta de que los opresores ya no son mayoría, pero también es verdad que nos tenemos que concienciar de que todos los grupos somos oprimidos y a la vez opresores. Porque aunque es verdad que el mundo se divide entre los que tienen y los que no tienen, no hay que olvidar una tercera clase de personas: la de los que tienen un poco y, o bien quieren conservar lo poco que tienen y que sigan las cosas como están, o bien quieren más. Las revoluciones se producen por los que tienen un poquito pero quieren más.
Los que tienen, normalmente van a ser conservadores, está claro, querrán conservar aquello que tienen, lo contrario sería extraño. Los que no tienen se preocupan por el día a día, no tienen tiempo de planificar a largo plazo. Los que tienen un poquito, por tanto, son los que tienen tiempo para hacer planes más allá del día de mañana y pueden alinearse con la parte conservadora o con la que quiere que la situación cambie.
Pero quiero volver al principio para dejar claro que lo principal en mi opinión es tener el dinero para poder ir de compras, eligiendo lo que quieres comprar entre las opciones que haya en el mercado de la esquina o en el otro. Si no vemos eso con nitidez, la situación seguirá siendo la misma. Si lo vemos, estaremos empezando a transitar el camino del desestropiciamiento del que vengo hablando. En fin, que la pela es la pela tanto aquí como en Lima.
Y punto final.
Eso ha sido todo por hoy. Espero que haya sido de algún provecho para alguien. Yo como soy un poco pesimista no creo que vea en mi vida ni en mi generación el cambio social y cultural deseado, pero no pierdo la esperanza de que suceda más pronto que tarde, aunque no lo llegue a ver. Hasta ese momento habrá que seguir dando la murga y haciendo programas tontos como este, que hace como que está desestropiciando pero en realidad deja impasible a quien tiene la paciencia de escucharlo. Y ya paro aquí hasta septiembre, en que espero reanudar la tarea que no me corresponde a mí, sino al gobierno, que se ha comprometido pero ya sabemos por donde quedan los compromisos gubernamentales.
Bueno, pues hasta más ver.

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